¿A quién no se le parte el corazón cuando escucha a un perrito gemir o llorar porque debe dormir solo en su camita perruna? ¿O cuando se ha hecho daño y emite un grito agudo de dolor? Incluso cuando comienza a sollozar para llamar tu atención no podemos evitar querer abrazarlo y llenarlo de besitos para que deje de llorar.
Puede ser muy duro para un amante perruno tener que enfrentarse a la tristeza de su mejor amigo peludo. ¿Pero genera la misma sensación escuchar a un perro gemir que escuchar a un bebé llorar?
Un estudio afirma que el llanto en ambos casos genera la misma sensación de tristeza. El gemido de un gato también puede evocar la misma pena, pero de acuerdo al estudio, solo sensibiliza al dueño de la mascota de siete vidas.
Vocalización de la angustia
Una de las muchas formas efectivas de comunicación entre los humanos y los perros o gatos es por medio de la vocalización de la angustia. ¿Pero qué es la vocalización de la angustia? Son sonidos emitidos por las mascotas que generan una sensibilidad emocional en sus dueños y despiertan su empatía hacia sus animales de compañía.
El estudio confirma que las emociones negativas que expresan los perros y gatos por medio de vocalizaciones de angustia, como el maullido o el gemido, generan una mayor sensibilidad en los humanos que las emociones positivas, como el ronroneo por ejemplo.
“La propiedad de mascotas se asocia con una mayor sensibilidad a los sonidos de angustia de los animales de compañía, y puede ser parte de la razón por la que estamos dispuestos a gastar grandes cantidades de tiempo y recursos en ellos”, nos cuenta Christine Parsons, autora principal del estudio publicado en la revista Royal Society Open Science y profesora de la Universidad de Aarhus, Dinamarca.
Gemido de perretes vs maullido de gatos
Además, los autores del estudio comprueban que el gemido del perro provoca mayor tristeza que el maullido del gato, llegando a compararse incluso con la angustia que despierta el llanto de un bebé en los humanos.
Esto se debe principalmente a que los dueños deben dedicarle más tiempo y cuidado a sus perros que a sus gatos porque los peludos necesitan mayor atención que nuestros independientes amigos felinos.
“Esta dependencia de los animales puede explicar por qué todos los adultos, incluidos los dueños de gatos, califican los quejidos de los perros como más negativos que los maullidos de los gatos. Los perros pueden simplemente tener señales de socorro más efectivas que los gatos”, concluye Katherine Young, otra de las autoras principales del estudio y profesora en King’s College en Londres.